Como sucede con la religión, moral o cualquier sistema que de una u otra forma tenga como objetivo regular la conducta, las aparentes prohibiciones, de manera auténtica no son prohibiciones como tales, sino que primeramente el sistema normativo crea en el individuo un panorama general de cómo entender la vida y en consecuencia el individuo procede evitando ciertas formas de ser y actuar.

Así, más que medidas políticas en busca de regulación del cuidado animal (que desde luego siempre serán bienvenidas) la clave está en el fomentar los valores hacia la comprensión, entendimiento y sobre todo el amor a estos seres.

Es famosa la frase de Gandhi “Un país o civilización se puede juzgar en la forma en la que tratan a sus animales”. Términos que dejan ver que si bien el ser humano es racional, esto lo obliga a ser responsable. Por otro lado, como dijimos en líneas anteriores, el amor se convierte nuevamente en la clave, como se aprecia de modo más literario en otra frase de autor: “La gente que realmente aprecia a los animales siempre pregunta sus nombres”. Palabras de la escritora Lilian Jackson Braun, de quien recomendamos su libro El gato que…, obra que les interesará a todo aquel que ame no sólo a los gatos, sino a los animales en general.