Muchos nombres de lugares en México tienen su origen en vocablos de lenguas prehispánicas, comenzando precisamente por el nombre de la nación. En algunos casos es necesaria la explicación del significado del nombre de determinado pueblo, barrio, cerro, comunidad o delegación, etc. mientras que en otros casos es relativamente fácil comprenderlo, como sucede con la alcaldía Coyoacán, su nombre es el resultado de la castellanización de la palabra náhuatl: Coyohuacan, de cóyotl, coyote, hua, indicativo de posesión, y can, lugar, que resulta “lugar de los dueños de coyotes”.
El coyote ocupa un lugar importante en el folclor del país (recuérdese el juego de mesa El coyote y las gallinas). Comúnmente se le asocia con cierta sensación de peligro o cuidado, como en el personaje “El Coyote” supuesto bandido y asesino en Los tres huastecos (1948) interpretado por Alejandro Cianguerotti.
Si hablamos de astucia es común que se asocie esta virtud con el zorro común o zorro rojo (Vulpes vulpes) pero sin duda, el coyote (Canis lastrans, o también del náhuatl cóyotl que significa “perro aullador”) no tiene nada que envidiarle. Hay muchas anécdotas y relatos de la astucia del coyote, por ejemplo, el naturalista Lewis Nordyke menciona la historia de un coyote al que se le intentó domesticar pero su instinto hacía que a pesar de estar muy bien alimentado por sus “dueños”, aprovechaba cualquier descuido de éstos para cazar a los animales de la granja, por ello terminó encadenado. Aunque bien cuidado pasaba el tiempo triste y aburrido, hasta que un día, en lugar de comer su alimento que consistía en sobras de los humanos, lo esparció a distancias cercanas al límite de su cadena y regresó a su rincón. No tardaron en llegar a las sobras pollos y gallinas con los que el coyote se dio un festín de carne fresca.
En Estados Unidos se les cazaba con galgos, que se basaban más en la vista que en el olfato, ante lo cual se dice que los coyotes lo notaron y se revolcaron en ciertos herbazales y salían con el pelaje completamente teñido logrando burlar a sus perseguidores. Además el coyote es súper hábil en cobrar las presas que cazan otros animales como tejones.
En Coyoacán, Ciudad de México, a principios de la década de 1980 se instaló en el jardín Centenario la icónica Fuente de los coyotes obra del escultor mexicano Gabriel Ponzanelli (1942-2019). El coyote es así el icono de la demarcación, pero como sucede con el puma de la UNAM, en una de las ciudades más contaminadas del mundo, ambas especies se extinguieron. Invitamos a reflexionar acerca de la importancia de proteger a la fauna que en casos como los citados ciertamente son símbolos de orgullo pero se deja de lado el triste hecho de que anteriormente caminaban tranquilamente por territorios que hoy transitamos cotidianamente. Recordemos que conocer la naturaleza es amarla y en consecuencia se podrá proteger o cuidar.
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Sí es cierto, muchas veces se usan nombres de animales como estandartes o símbolos de equipos, escuelas, etc. pero no se respeta ni se valora la vida de los mismos. Por lo menos se debe tener más conocimiento de los animales para valorarlos más y protegerlos.
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Sí es cierto, muchas veces se usan nombres de animales como estandartes o símbolos de equipos, escuelas, etc. pero no se respeta ni se valora la vida de los mismos. Por lo menos se debe tener más conocimiento de los animales para valorarlos más y protegerlos.